En la vida de los países se escriben siempre historias que nadie quisiera contar. Desastres naturales, atentados terroristas, guerras o simple “mala suerte”. Siempre un suceso trágico marca el rumbo de miles de personas. El 20 de Octubre de 1975, hace 44 años, sucedió uno de esos sucesos trágicos en la Ciudad de México. El metro fue el protagonista.

Eran las 9:30 de la mañana cuando Carlos Fernando Sánchez, chofer del tren número 10 de la Línea 2 del metro, choco contra la unidad 8 que estaba detenida. Iba de Chabacano hacia Viaducto. Carlos conducía a 70 kilómetros por hora y dentro de cada vagón iban al menos 140 personas. Los motores de ambas máquinas terminaron destruidos y desde entonces, se supone, jamás regresaron a circulación. El saldo del accidente fue de 31 personas muertas y 70 heridas, entre ellas el conductor, quien sufrió politraumatismo y fue atendido mientras estaba detenido en Lecumberri.

El accidente estaba en todas partes. El metro de la Ciudad de México se llenó de familiares y amigos que preguntaban por las víctimas y trataban de saber si las conocían. 5 días duró el peritaje del accidente. Después Carlos fue sentenciado como culpable del choque entre vagones. Las autoridades determinaron que había dejado inhabilitado el sistema de paro automático, no activó el sistema de frenos, no prestó atención a su trabajo y no respetó las señales de alto. Fue condenado a 14 años de cárcel y debió pagar una multa de 12 millones 800 mil pesos. Aunque se sabe que las familias de las víctimas no recibieron indemnización.

Fernández Sánchez cumplió parte de su condena en el Reclusorio Oriente, pues logró salir antes por buena conducta. Parecía que las cosas habían regresado la normalidad, hasta que en 2008 El Universal retomó la historia.

Choque del metro, ¿estrategia?

El periódico revelaba que los archivos de Carlos se habían perdido misteriosamente. Nunca más se encontraron en el  Tribunal Superior de Justicia. Además, Manuel Zavala Bucio, un trabajador del sindicato del metro dio declaraciones reveladoras. Según Manuel, el accidente había sido un sabotaje entre el entonces regente del Departamento del Distrito Federal y el director del metro. Octavio Sentíes y Jorge Espinoza Ulloa. El objetivo era que el choque fuera leve y se había planeado para que no hubiera lesionados. Querían que el presidente Echeverría, pusiera un sistema de autopilotaje en los trenes. Algo que sucedió después de lo ocurrido.

“Desde el momento que se robaron la caja negra, la cinta de la caja, el cronotacógrafo, detectamos el sabotaje. Nunca apareció la cinta, ahí estaba la clave del accidente”, dijo Zavala Bucio al Universal.

Los supuestos autores del sabotaje jamás fueron encontrados culpables. Ni siquiera fueron investigados. Eran los mismos que se encargaban de las investigaciones. Las cosas se quedaron tal y como se contaron de forma oficial. Aunque siempre hubo incertidumbre por parte de antiguos trabajadores del metro. Ninguno puede negar que a causa de lo que pasó, el sindicato terminó con muchas prestaciones y privilegios.